En su participación en la tercera semana de formación que organiza la Pastoral de la Comunicación del decanato de Comonfort, Mons. Víctor ante la cuestión que sirvió para desarrollar su tema, Y, después de los 50´s, ¿Qué sigue para la Diócesis de Celaya?, hizo un recorrido de algunas acciones más significativas que ha realizado desde el día que tomó posesión como V Obispo de la Diócesis de Celaya el día 12 de julio de 2021. El objetivo de hacer remembranza fue para situar algunos acontecimientos que sirvan para ubicar la continuidad de las actividades más próximas que marcarán el rumbo pastoral de la Diócesis de Celaya.
Primera acción: Reactiva la pastoral en la vida diocesana.
Segunda acción: Conocer la Diócesis, parroquias, rectorías, sacerdotes, movimientos, laicos. A 3 años y medio, ha visitado todas las parroquias y rectorías. Ha visitado las comunidades religiosas que hay en la diócesis, también ha hecho presencia en diferentes actividades de los movimientos laicales.
Tercera acción: Dinamizar las estructuras,
la curia administrativa, la curia judicial, la curia de pastoral. Para dinamizar estas estructuras, realizó varios cambios: el vicario general, el canciller, el vicario judicial, el ecónomo diocesano, el vicario de pastoral. El fin es que las estructuras diocesanas pastorales se empezaran a dinamizar.
Cuarta acción: Constitución de equipo base para la preparación y realización del Jubileo. Se realizó una carta pastoral. Posteriormente se abrieron las puertas santas que posteriormente se constituyeron en santuarios diocesanos y se apertura la gran misión evangelizadora, en respuesta a lo que el II Plan Diocesano de Pastoral nos pedía en su objetivo de una Iglesia Diocesana en una Misión Permanente. Se llevó a cabo la Memoria Agradecida en tres niveles: parroquial, decanal y diocesano. Esta historia está escrita en un libro conmemorativo. Después de la magna celebración el 18 de abril de 2024 en el estadio Miguel Alemán. Se reconoce el papel fundamental de los laicos, ya que la Diócesis tiene un laicado muy participativo, nuestro laicado está vivo, es fuerte y es entusiasta. Solo hace falta movilizarlo y hay que agradecer el tipo de laicos que tenemos en nuestra diócesis.
Quinta acción: Al evaluar el jubileo, se recogió la historia, el legado y lugares de personas y circunstancias que fueron claves para nuestra diócesis. Reconocer a nuestros mártires, en la diócesis tenemos algunos: Fray Elías del Socorro Nieves, José Trinidad Rangel, pero tenemos otros más: se creó una comisión para rescatar la vida de los hermanos Sierra, al Padre Melquiades, el Padre Pedro Razo, y otros más. Que son testigos y testimonios de fe. Esta tierra debe ser fecunda por estos testimonios martiriales. La Gran Misión es para contagiar a los demás, con un amor muy grande a Jesucristo y a la Virgen María. Hay bastantes evangelizadores, tenemos un gran potencial, es una diócesis profundamente religiosa. Estas tierras son profundamente marianas y debemos seguir cultivando.
Sexta acción: Con el lema: Iglesia Diocesana Sinodal y Decididamente Misionera, en ese sentido, hay que ver nuestro futuro: misionera y sinodal, como lo marca el plan de nuestra diócesis. Aquí es un manantial de vocaciones, es una diócesis misionera. El PGP es una ruta que marca el caminar de nuestra diócesis y del país. Construir la “Casita Sagrada” es para nosotros reconstruir el tejido social. Se llevaron a cabo los conversatorios y compartimos lo que trabajamos. En nuestra diócesis se ha implementado el programa de RTS en Apaseo el Grande, en Villagrán y otros lugares donde hay mucha violencia. Se creó también el Instituto Celayense de Estudios Guadalupanos para que podamos conocer más a la Santísima Virgen María de Guadalupe. Hay que tomar en cuenta el Documento Final del Sínodo de la Sinodalidad, ya que el Papa Francisco ha dicho que eso es ya Magisterio de la Iglesia que hay que conocer y aplicar. Necesitamos aprender la Sinodalidad, más que un documento, mas que una teoría, es una mística, una espiritualidad, un modo de ser, un modo de vivir, un modo de hacer las cosas, eso es la sinodalidad. No se trata de ideas, de conocimientos es una forma de vivir de realizar las cosas, y esto va a tocar todos los aspectos de la vida diocesana, de manera que las estructuras diocesanas, las personas y las situaciones, todo esto se vaya permeando de sinodalidad. Hay que aprender a hacerlo. Descubrir la importancia de la misión, esto es capital, llevar el evangelio y por ello, tenemos que participar todos y tenemos que trabajar en comunión, el hecho de participar todos y estar en comunión todos no es por ser más eficientes o para hacer las cosas más rápido o porque las cosas salgan mejor así, participamos y lo hacemos en comunión porque hay que cumplir la misión. Lo importante es cumplir la misión, es decir, la misión de la Iglesia es evangelizar, es la naturaleza, y para cumplir esta misión hay que participar todos y, hay que trabajar juntos. Hay que subirse todos a la barca y aprender a remar juntos y al mismo tiempo, con sinergia y sintonía, para poder caminar juntos. La misión del pastor, del obispo, del sacerdote es ir adelante para marcar el paso, ir en medio para que no haya espacios entre unos y otros, y hay que ir atrás empujando a los que traen dudas, pretextos, flojeras, inercias, complejos y no quieren avanzar. Es importante aprender esa sinodalidad. La sinodalidad nos tiene que llevar a que entre sacerdotes y hermanos laicos a pasar del “yo” al “nosotros”, esto implica una dinámica de estudio. Algo del porqué no nos funciona la pastoral en la Iglesia, del porque no avanzamos, es porque no comprendemos el “nosotros”, todavía se habla del “yo”. Hay que pasar al sentido comunitario. La Iglesia va en un sentido sinodal, pero comunitario para poder cumplir la misión, porque sino nunca vamos a terminar. hay que pasar del “yo” al “nosotros”. Es un proceso que necesita paciencia, porque hay que aprender a dialogar, a escuchar al otro. El obispo debe escuchar a los sacerdotes, los sacerdotes deben escuchar al Obispo, los sacerdotes deben escuchar al pueblo y el pueblo debe escuchar a los sacerdotes, sus pastores y todos tenemos que escuchar al Espíritu Santo, vamos hacia un pueblo que sepa escuchar al Espíritu. Aprender el método del discernimiento. Hay que saber leer los signos de los tiempos. Vivimos en una sociedad violenta y fragmentada. La inseguridad, la ilegalidad, la corrupción, la contaminación, es una crisis antropológica – cultural de la concepción del ser humano. El Jubileo de 2025 el Papa nos invita a ser peregrinos y comunicadores de la esperanza. El mal no tiene la última palabra, somos un pueblo que confía en Dios. Si somos una Diócesis agradecida, somos una Iglesia sinodal en la esperanza. Buscar sanar las relaciones. La primera es entre Dios y el hombre; entre los hermanos. Solo se puede reparar con el amor. Solamente si nos amamos, las relaciones se sanarán, más como una Diócesis que tiene el patrocinio del Sagrado Corazón. Sólo el amor sana.
Séptima acción: Se llevará a cabo la próxima Asamblea Diocesana de Pastoral. Invitación a vivirla con apertura al Espíritu. No asistir con nuestras ideas ya prefabricadas. Dejar que el Espíritu hable, que hable a nuestra Iglesia, en un ambiente de oración y apertura, al corazón del Espíritu y de los hermanos, hay que saber escuchar. Dejar que el Señor nos muestre el camino.
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Octava acción: La visita pastoral del Obispo en el 2025-2026 a las Parroquias. Es parte integrante de los Obispos. Es un tiempo de gracia para el encuentro y el diálogo con el obispo y del obispo con los fieles. Un diálogo sobre las cosas que les agradan y las que no les agrada, que les hace feliz y qué no, cómo se sienten. Se preparará el subsidio por parte de la vicaría de pastoral y un calendario. Después de ese momento la iluminación del Magisterio y del Papa Francisco, las conclusiones de nuestra XXXIII Asamblea Diocesana de Pastoral y las visitas pastorales darán la materia prima para revisar, actualizar, revitalizar o renovar el Plan Diocesano de Pastoral. Siempre de manera sinodal. Debemos hacer todo esto con mucho amor porque vivimos en el Corazón de Cristo, el Sagrado Corazón, nacimos de su costado y vivimos de su amor y por el amor estamos sirviéndole en esta amada diócesis. El antes, el en y el después de estos 50 años de la Diócesis.
Con esta participación finalizó la III Semana de Formación "In Vía", coordinado por el equipo de Pastoral para la Comunicación del Decanato de Comonfort.
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